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Hay dos momentos clave en el cambio de la arquitectura y objetos asociados a la Cultura Castreña, el púnico (siglo IV a.C.) y el romano (siglo II a.C.). En ambos momentos se observa una transformación abrupta a la hora de fabricar, usar y entender socialmente los objetos. Uno de los agentes que origina estos cambios es el establecimiento de redes comerciales estables, sobre todo en la costa suroeste de Galicia,  entre las comunidades del sur de la Península Ibérica, Galicia y el norte de Portugal.

A partir del siglo IV a.C aparecen en los castros costeros de las Rías Baixas colecciones importantes de cerámica púnica. Desde este momento, el Noroeste Peninsular se va a ver influenciado de forma indirecta e irreversible por los cambios políticos que se van a producir en el Mediterráneo. La influencia del mundo púnico en las manifestaciones materiales de la cultura castreña se refleja en el inicio del uso de los molinos circulares, decoración en piedra, orfebrería y cuentas de collar.

Sin embargo, el impacto social que estos contactos provocaron en las comunidades del Noroeste no está todavía claro. La llegada a nuestras costas de vino contenido en ánforas, ungüentos, cerámica común, cuentas, cristal, monedas, joyas, adornos de bronce y sal no supusieron, aparentemente, cambios en la organización social de los castros. No obstante, el gran desarrollo formal que se aprecia en la cerámica castreña, los cambios en las técnicas decorativas y los cambios en la arquitectura que nos pueden estar dando pistas sobre cambios producidos a partir del siglo IV a.C, justo en el momento en el que se consolidan las redes comerciales mediterráneas.

A partir del siglo II a.C la dominación romana del Mediterráneo se manifiesta en los castros. Se mantienen las redes comerciales, pero a medida que nos acercamos al siglo I d.C los agentes que intervienen en estos intercambios y los objetivos cambian. Octavio Augusto incorpora al Noroeste en el Imperio, lo que va a suponer un cambio drástico en la concepción del mundo para los castreños.

Los cambios del siglo II a.C se aprecian en la existencia de una relativa homogeneización formal en lo que a cerámica se refiere, con la aparición de nuevos tipos. La aparición en los castros de este periodo de grandes contenedores de almacenaje, en ocasiones profusamente decorados, nos puede estar indicando un proceso de jerarquización social que se verá acentuado a finales del siglo I a.C con la asimilación de las élites por parte del Imperio. Asociados a estos contenedores de almacenaje aparecen gran cantidad de ánforas, sobre todo en aquellos castros con algún vínculo con la costa. El consumo de vino se generaliza a partir del siglo I a.C.