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Todo el mundo piensa que los castreños eran gente belicosa por naturaleza. Primer dato, vivir en poblados fortificados no es un capricho. Más datos, las esculturas de guerreros de los castros del norte de Portugal y las inscripciones dedicadas a las divinidades guerreras como Bandua o Coso. No son pruebas concluyentes pero apuntan en una dirección. Otra cosa son los escritos de los romanos que afirman que los castreños estaban armados hasta los dientes. Podemos pensar que los romanos mienten o cuentan la historia que les conviene, ya que los arqueólogos apenas encontraron restos de armas castreñas. Sólo aparecen cuchillos de cocina o puñales de antenas, estos últimos más próximos a un objeto de poder que un arma propiamente dicha. Por este motivo, no sería descabellado pensar en un desarme generalizado de los guerreros castreños. Falta por situar encima de la mesa un factor clave. De las pequeñas sociedades campesinas centradas en la producción de utensilios agrícolas de hierro, a medida que avanza el milenio, en torno al siglo V-IV antes de Cristo, empiezan a producirse cambios en esta sociedad. No sabemos si es causa o consecuencia de un clima bélico entre los castreños, pero la elite dirigente de los poblados pertenece al grupo social de los guerreros. Esta atmósfera de inseguridad, siempre amenazados por pequeñas incursiones de pueblos enemigos más próximas al bandidaje que a una guerra como tal, era el auténtico pegamento social de estas sociedades castreñas que se aproximaban al cambio del milenio. Sin embargo, el afán de los romanos por ampliar su Imperio no tenía límite, y siempre bajo la siguiente premisa: o pagas el tributo o prepárate a morir. Cada vez se están descubriendo en las excavaciones más castros subyugados a Roma, como el último ejemplo del castro de Besomaño (Ribadumia) arrasado por completo por el ejército romano. Era la manera de incorporar estas tierras a la famosa “pax romana”. Tanto en el mundo castreño y el romano, si enfocamos la guerra como una idea perversa, como un mecanismo de control social, de justificar la apropiación de los excedentes productivos por parte de un grupo dirigente. De esta manera, la guerra se convierte en un argumento para justificar las desigualdades sociales ¿Qué pasaría si no hubiese guerras en estas sociedades? |