La castreña es la primera sociedad del Noroeste Peninsular en abandonar la vida nómada de cazadores y recolectores de alimentos, aplicando una agricultura de rozas, de quemado de terrenos, compatible con su vida itinerante. Ahora llega el momento de asentarse en un territorio con la construcción de un poblado estable, concentrado en la producción agrícola y ganadera.

El núcleo de cohesión social era la familia, esta familia estaría integrada en un clan y éste a su vez a un linaje que nos remite a un antepasado común. A pesar de que en muchos casos hay un jefe o líder destacado, en líneas generales, podemos hablar de grupos humanos con pocas diferencias sociales entre ellos. Este proceso de cambio de una sociedad de Bandas (Edad del Bronce) a una sociedad Tribal (Edad del Hierro) comienza a desarrollarse en esta zona 800 años antes del nacimiento de Cristo.

El propio éxito del modelo social y castreño es la razón de nuevos cambios. La expansión de los cultivos y la creación de nuevos poblados ocasionan la violenta competencia por los recursos. Una elite guerrera alcanza un papel protagonista dentro de esta sociedad campesina, surgiendo pequeños reyezuelos ornamentados con sus torques de oro y puñales de antenas. Las diferencias sociales se agudizan, pasando de una sociedad Tribal a una posible Jefatura. Sin embargo, para acuñar este nuevo estadio es necesario comprender el nacimiento de los grandes castros, los Oppidum.

No todas las regiones dentro de la Cultura Castreña son iguales. Los romanos usan dos términos para explicar esta diferencia y de esta manera adaptarlos a sus mecanismos de control de la población. Populus para remarcar la sociedad castreña que continúa en las sociedades tribales y pequeños poblados, de la Gallaecia lucense. Civitas para definir el modelo de sociedad de las auténticas ciudades amuralladas correspondiente a la Gallaecia bracarense.

Entre el norte de Portugal y sur de Galicia se desarrolla un siglo antes del nacimiento de Cristo  un modelo de sociedad próximo al Estado, sólo falta la escritura y poco más. Aparecen ciudades castreñas como Santa Trega, de 20 hectáreas de extensión y una población superior a las 5.000 personas, resultado de absorber a los pequeños castros de su contorna. Este tipo de poblados fortificados apenas perdura hasta el siglo I después de Cristo, en el momento que el Estado romano empieza a ejercer un verdadero control de esta zona del Imperio.